martes, 17 de agosto de 2010

Mudanza!


Queridos amigos, después de mucho tiempo inactivo, este blog se muda, para integrarse a otras creaciones y locuras en adiosalcloset.blogspot.com

Los espero!

martes, 26 de agosto de 2008

Mitades

Tus manos son el alma de las mías
Tus pasos el sendero de mis pies
Tus ojos el destello que en la noche de mis días
iluminó todo mi ser

Tu estrella es el velo de mi cielo
Tu cuerpo el abrigo de mi piel
Tus besos el perfume con que se viste mi pecho
cuando a mi lado amanecés

Tus dudas son razones para mi alma
Tus ganas alimento de mi fe
Tus brazos enredados cobijando mi costado
Son agujas con que empiezo a tejer

Primero un punto doble para dar un buen comienzo
Después punto seguido para ver
lo que va sucediendo mientras viajo a ritmo y tiempo
Puntos suspensivos porque avanzaré

Hicimos hace tiempo un punto aparte
Que en una coma hoy se convirtió
Pequeño está mi traje para tanto nuevo aire
que respiro cuando estoy con vos

Mi ayer cuarto menguante hoy está pleno
Mi almohada abandonó la soledad
Llegaste en el momento más certero
cuando aún estando entero me faltaba una mitad.





Para mi querido Shakespeare enamorado...

Dani

martes, 1 de julio de 2008

Esotéricos Anónimos

Escribiendo mi texto sobre los libros de autoayuda para el blog El Opinatario, me acordé de una canción que, hace muuuuuuuucho tiempo, escribí para burlarme de aquellos que, buscando la solución a sus problemas, se han refugiado en el esoterismo. He aquí, mi delirante creación:

Esotéricos Anónimos


Mi biorritmo está fallado, no anda ni para atrás
Mi ascendente va en descenso y no puedo parar
Hay un error de tipeo en mi carta natal
que se ha vuelto un telegrama sin respuesta postal

Estribillo:

______________________
¡Qué mareo, qué mareo!

Llamen rápido a un doctor
Un gurú, un hechicero
que me haga una sesión

______________________

Mi suerte ya no funciona, el destino escapó
de las fauces de mi atmósfera de velas punzó
Mi ángel vino sin repuesto y ayer se me voló
de la jaula de sahumerios que colgué en el balcón

El zodíaco en calesita se me convirtió
Mi signo ya no es el mismo que en el diario salió
Por las dudas leo todos y hago una colección
de consejos dirigidos a nuestra población

(Estribillo)

Mis chacras los perdí al Estanciero
Mi karma lo vendí al mejor postor
Mis cartas de tarot al siete y medio
Mi pata de conejo al asador

Mis runas las perdí a la bolita
Mi aura en el mar se disolvió
Mi horóscopo chino hoy es vietnamita
y el maya anda en películas de acción

(Estribillo
)


Mi planta de ruda macho se acabó por secar
Y mi árbol de la vida quedó hecho un bonsai
Mi futuro se ve oscuro y era de esperar
Me cortaron la luz de la bola de cristal

Discutí con mi vecina, no me deja colgar
Y mi imposición de manos nada puede arreglar
Lo supe aquella noche que pude volar
De una patada del poste de electricidad

(Estribillo)

Ni siquiera un buen baño de luna
voy a poder tomar
porque justo en mi noche de fortuna
habrá eclipse total

Te vendo mi polvo abrecaminos
destrabe, come-hombres, laboral
Lo dice un esotérico genuino:
seguro que te van a resultar

Un último consejo yo te brindo
si un lindo gato negro ves cruzar
no hagás como hacía yo de chiquitito
y da tres pasos hacia atrás
Si no hacés lo que yo te digo
¡mirá como vas a quedar!


Escrito por Dani el 4/03/1998

sábado, 21 de junio de 2008

De noche y a caballo

Debo confesar algo terrible: no me gustan los poemas de Borges. Me resultan difíciles de leer, y no suelo ser muy estructurado para la poesía. Sin embargo, el año pasado, me enamoré de un chico que lo leía mucho y me dio a leer algunos. Como regalo, le escribí un poema, rememorando nuestro primer encuentro. A modo de desafío, me propuse utilizar una técnica estilística que Borges usaba mucho: el encabalgamiento. He aquí mi pequeño engendro, y mis disculpas a Borges, si es que desde algún lugar me está viendo.

Amor a oscuras

Hubo una noche en que perdí mis manos
que de tumultos y sudores venían llenas,
al acercarse temerosas a la plena
excitación de un temeroso ser humano

Vago su cuerpo entre penumbras, aún cercano
a aquél vacío cuerpo que portaba
yo, que de tanto haber vivido me jactaba,
al descubrirlo, todo supe vano

Entonces suyas fueron pues mis manos,
que descansaron tiernamente de los vicios
cuando su pecho tembloroso alcanzaron
en ese instante, que fue mi natalicio

Mas no contento con mis manos yo dejarle
seguí sin pausa el trémulo camino
y, entre temblores, logré al fin besarle,
abandonando en sus labios los míos

Suyas mis manos y suyos mis besos
ví completarse lentamente la figura
de quien venía a rescatarme de la oscura
eternidad de soledades en que, preso,

me hallaba yo, tan distraído con su sexo
que de extravíado no me percataba
de que ese extraño hombre rescataba
en ese instante a mi alma del exceso

Y en aquél ritmo acompasado, ya cedidos
besos y manos, continué abriendo canales
Le dí mi pulso, mi pasión y mis latidos,
que de quedármelos serían ya banales

Y, entre susurros y caricias, a aquél hombre
poco de mí quedaba por ser dado
En ese instante supe que mi nombre
debía ofrendarle, y llamarme Enamorado

Escrito por Dani el 24-05-2007

jueves, 12 de junio de 2008

Para los días tristes

Leyendo el blog de Gonza recordé un momento de mi vida, hace como diez años. Estaba triste, sin rumbo, gris, apagado. Y en medio de eso, me detuve a sentir qué pasaba con mis lágrimas mientras yo, distraído, lloraba. Y surgió esto:

Hoy tus lágrimas

Hoy tus lágrimas hacen fiesta en tu penuria. Se dan empujones, juegan a las escondidas, corren y saltan. Se pelean por llegar primero a tu barbilla, para saltar en un triple mortero a tu colchón.
Algunas, las más atrevidas, bajan en tobogán por tu nariz para estallar en la hoja. Otras, valientes, ruedan por los surcos de tu rostro, y en urgente remolino se disuelven en tu boca.
De a docenas desfilan por tus manos, cansadas de frenarlas.
Pero no cesan.
Se divierten con lujuria. Se mezclan con tu sudor en los hoyuelos de tus mejillas.
Unas tímidas, otras sueltas. Unas tibias, otras frescas.
Todas felices. Todas contentas.
Unas dudosas, otras resueltas.
Unas cerradas, otras abiertas.
Hay señoras, niñas, viejas...
Hay casadas y solteras.
Las hay flacas y hasta obesas.
Hay payasas y hay discretas.
Hay saladas, dulces, secas...
Pero grandes y pequeñas, jóvenes y viejas, lentas y ligeras, quietas e inquietas...
Todas, absolutamente todas

Juegan

Sólo basta verlas.



escrito por Dani el 14/01/98

sábado, 7 de junio de 2008

Ya no quiero ser tu superman

Largas páginas he recorrido en el libro de mi vida hasta llegar aquí, y me he dado cuenta de que mis historias amorosas siempre incluyeron un héroe. Cuando adolescente, buscaba refugiarme en los brazos de otro más experto, más maduro, más completo, como si algo de todo eso pudiera pegárseme por ósmosis. Me sentía Luisa Lane, Dorothy del Mago de Oz, Aladino, Robin. Siempre intentando que alguien me diera algo de cariño y un poco de esa seguridad que tanto me faltaba.

Tiempo después, decidí emprender mis propias aventuras y me creí invencible. Resuelto, con las cosas en orden, con el closet bien abierto y la sonrisa en la cara. Divertido, hiperkinético, emprendedor, trabajador, estudioso, buen amante y compañero. Así, mis eventuales compañeros amorosos e incluso mis novios resultaron ser los rescatados. Yo era el superhombre, que en cada paso dejaba una huella de sabiduría y experiencia. Cuánta estupidez…

El tiempo pasó. Hoy sólo soy un simple mortal. Un hombre con cara de duende que juega y se juega. Soy aprendiz de todo y maestro de nada. Tengo algo menos de energía y algo más de ganas, y no quiero dar lecciones a nadie. Mi vida es un eterno aprendizaje, y en este camino he descubierto que quien cree que todo lo sabe se encuentra más cerca del arpa que de la guitarra.

Me cansé de emprender relaciones con chicos que no saben quiénes son ni lo que quieren, y que me miran fascinados pero no confían en sí mismos lo suficiente como para dar un paso más. Me harté también de aquellos que quieren ser admirados por vida y obra y no pueden ver más allá de sus narices. Y por sobre todas las cosas, me agobia la sola idea de ocupar alguno de esos roles.

Tengo ganas de seguir andando hacia adelante, con el norte más o menos claro, en compañía de gente que amo y me ama, haciendo cosas que me llenan el alma. Tengo ganas de encontrar, en ese tránsito, los ojos de otro que con la misma sensación de paz e incompletud brillen al ver los míos. Tengo ganas de tocar la piel de alguien que hierva por quien soy y no por quien digo ser. Tengo ganas de que las lágrimas broten de mis ojos mientras una sonrisa asalta mi boca. Tengo ganas de amor. Tengo ganas de amar. Tengo ganas de revolcarme, de jugar, de pensar, de hacer todo y no hacer nada. De mirar el techo acompañado y dibujar figuras con las sombras. De enjabonar una espalda que no me dé la espalda. De besar labios que digan lo que sienten y que no digan lo que no. De crecer de a uno y de a dos a la vez. De usar todos mis juegos de dos tazas para el desayuno. De dormir en mi cama grande sin que sobre espacio. De preparar cena para dos y que se me quemen las papas. De irme con alguien de vacaciones al fin del mundo a acá a la vuelta. De no saber de quién es el calzoncillo. De intercambiar masajes. De ver quién se levanta a preparar el mate.

Tengo ganas de que se me alborote la sangre y se me agite el pecho. De que el estómago me cruja. Que las manos me suden. Que las piernas me tiemblen. Que el cuerpo no me baste. Que las ideas se me escapen. Tengo ganas de extrañar y de que me extrañen. De soñar y que me sueñen. De que el tiempo no alcance. Que los rincones sean lugares. Que las ropas huelguen. Que me vean desnudo aún vestido. Que me sean transparentes.

Tengo ganas de vos, que en algún lado estás, que no sabés que estoy.

No te busco, quiero encontrarte.

Porque tengo ganas de volar. Pero esta vez sin capa. Y con los pies sobre la tierra.

¿Volás conmigo?

domingo, 27 de abril de 2008

Un médico a la derecha

Seguimos con los off-topic...

Esta vez es para pedir un médico para mi querido faBio, que ha enloquecido por completo y decidió otorgarle un premio a este blog.
Si bien no tiene que ver con la tónica de este espacio, me pareció una buena oportunidad para premiar el esfuerzo de la gente, así que inauguré un apartado en la columna derecha para galardonar periódicamente a mis bloggers favoritos.

Felicitaciones a los galardonados.

Saludos,
Dani

miércoles, 16 de abril de 2008

Lo mío es puro cuento

Hoy voy a hacer un breve paréntesis en la temática de mi blog. Este espacio ha sido pensado para publicar textos breves que tienen que ver con mi acontecer más intenso, con mis pensamientos más brutales, con mis vivencias más fuertes.

A pesar de ello, y con el perdón de quienes vienen aquí en busca de ese tipo de posteos, voy a subir un texto bastante más extenso pero no por ello menos intenso: un cuento.

Hace unos días me encontraba en la facultad, en mi clase de Taller de Redacción, cuando nos dieron por consigna elegir un tópico para hacer una producción periodística y/o literaria. Entre los temas dados, me llamó la atención uno: "La televisión y su influencia sobre el televidente".

El título ofrecía con complicidad un camino hacia el análisis trillado. Sin embargo, al ver el título en el pizarrón se me vino, como un rayo, una historia a la cabeza.
Así nació este cuento, que pudo haber tenido mayor extensión si no fuera por la fecha de entrega estipulada. ¿De qué trata? De un experimento al que es sometido un hombre, en el cual debe mirar televisión durante seis meses sin cesar. ¿Suena trillado también? Léanlo, está lleno de vericuetos...

Más allá de esta chanza a modo de desafío, los invito de verdad a leerlo. Tras la historia se esconde una reflexión. El texto está plagado de imágenes, que es como me gusta escribir. Prometo que será al menos, si no intenso, agitado.


Agradeceré sus comentarios. Es mi primer cuento de tantas páginas. Si les gusta, puedo subir a continuación uno más breve que escribí hace unos años, un relato erótico que transcurre románticamente durante una noche de brujas.

Gracias,
Dani

viernes, 28 de marzo de 2008

La señora y Él

Él consiguió un plástico más o menos transparente. La señora usó un trozo de celofán.
Él utilizó el plástico para envolver las cajas vacías de sus medicamentos. Ella usó el celofán para envolver un huevo de pascuas que abriría esa tarde cuando llegara la hora del té con sus amigas.
Él saludó a su mujer con un beso rápido en los labios y a sus dos hijos con un beso en la frente. Ella saludó a su gato con un centenar de piropos y a su canario con un silbido.
Él necesitaba dinero para darle de comer a su familia. Ella vivía de la pensión de su marido y de la mensualidad que su hijo, obligado, le daba religiosamente.
Él se subió al tren a las seis de la mañana y no se bajó en todo el día. Ella hizo lo propio a las cinco de la tarde.


Veinte minutos después se cruzaron ante mis ojos en un vagón del Sarmiento. Era domingo de Pascuas.

“Señoras y señores, con todo respeto los vengo a molestar para pedirles una moneda. Soy uno de los tantos portadores del VIH que no consiguen trabajo. Tengo una mujer y dos hijos de tres y cinco años. Mi mujer cose y plancha para afuera pero con lo que gana no nos alcanza, y yo no consigo un trabajo. Les pido disculpas por la molestia, no les vengo a vender nada, sólo vengo a pedirles una moneda, una que les sobre… Por más pequeña que sea es una ayuda para poner un pan en la mesa de mis hijos. No es para los remedios, los tengo gratis gracias al Hospital Muñiz. Si quieren pueden ver los medicamentos y mi certificado, están a su disposición…”

El pedido salía de su boca temblorosa en una mezcla de vergüenza y orgullo. Sus ojos casi no despegaban la mirada del suelo. Sudaba sin que pudiera uno vislumbrar si de calor, cansancio, pudor o las tres cosas.

Los pasajeros se miraban entre sí, hartos, tratando de preguntarse si era correcto lo que este hombre hacía, y si era correcto ayudarlo. Luego de unos segundos, breves para ellos pero interminables para él, algunos introdujeron una mano en su bolsillo o cartera y tomaron unas monedas que asépticamente colocaron orgullosos en las manos del muchacho.

Pasó a mi lado y me conmovió más de lo que ya lo había hecho con sus palabras. Mi mano derecha, dentro del bolsillo, soltó la moneda y tomó el billete que un segundo después le dí a cambio de un inesperado “Dios te bendiga, pibe, Dios te bendiga”, acompañado de una mirada que no podría describir.

La señora, a un metro de distancia y con una mano en la cartera lista para la limosna, lo dejó pasar. Cuando él estuvo lo suficientemente lejos, ella buscó alguien que le devolviera la mirada y se encontró con la mía. Con una extraña necesidad de justificarse, se señaló el corazón y me dijo “éste no me engaña, para mí que el pibe miente, no le creí”.

Me quedé estupefacto. A la señora le bastó con verlo “entero” y respirando para dar su veredicto. Con una enorme impotencia, con la violencia que su gesto generó en mí, no pude más que decirle a la mujer:

“Señora, esa moneda que Ud. se guardó es una miseria comparada con el dinero que regala cuando vota. Y esa gente sí que le miente, y Ud. lo sabe...”

Era la última estación para los tres. Nos bajamos. Él pasó al tren de al lado. La señora apuró el paso para comprarse un paquete de pastillas en el kiosco, como si un gusto amargo la hubiera asaltado. Yo, pensativo, seguí mi camino.

sábado, 15 de marzo de 2008

Conchudo

Hoy estoy conchudo. Hoy estoy uterino. Hoy todos los estrógenos de mi cuerpo se revolucionaron para darle a mi voz un grito tan potente como el de una parturienta.
Siglos de mujeres haciendo fuerza, poniendo el hombro y los ovarios, empujando familias, culturas, sociedades hacia adelante... para que este puto que soy se atribuya algo tan sagrado y venerable como su concha.
Ya les adelanté hace un tiempo que soy un tipo extremo. Y en esta conchudez que me adjudico el día de hoy no hay sitio para una excepción.
Me angustio, lloro de tristeza y al rato de emoción. Toda la sensibilidad del universo hoy cabe en mi piel.
Me siento castrado, falto, carente. Algo se escapó de mí como en una fuga de gas y cuando me acercaron el fósforo ya era tarde. No pude explotar.
Me quedé con las ganas, como a quien se la sacan antes de tiempo.
Siempre celebro la incompletud, ese motor que los da fuerza para encarar la vida. Pero hoy la maldigo. Hoy quisiera ser un pobre tonto ingenuo que se siente satisfecho. Hoy quisiera el beso que me falta, el abrazo que anhelo, el cuerpo que me cobije. Que me coja. Que me estruje. Que me contenga.
Como si tuviera vaginitis. Seco, malherido, irritado. Pero con ganas de que alguien entre, aún desgarrando los tejidos. Que alguien entre.
Me duelen los ovarios. Pero como hasta eso me falta no hay analgesia posible. ¿Cómo curar el dolor de un miembro que no existe? ¿Qué receta puede brindar la cura al mal de un órgano que ni si quiera puede extirparse porque no está?
Desordenado, desorganizado. Desangrado. Menstruante. Desgraciado, como la mujer que siente que el útero se le escurre entre las piernas porque no fue fecundada.
Toda una vida preparando las carnes para albergar algo que no vendrá nunca.
Como Yerma.
Tragedias históricas, maldiciones, hechizos, condenas perpetuas. Todas acuden a mi encuentro y las recibo sin ganas pero sin ofrecer resistencia alguna.
Porque ya no resisto.
Quiero pujar, expulsar de adentro eso que molesta pero que no tengo.
¿Alguien conoce un ginecólogo para hombres?

Imposible. Como este día, que afortunadamente es eso, sólo un día

conchudo.

Escrito por Dani apenas pasado el Día Internacional de la Mujer - 2008